Hoy, desde esta tribuna, comenzamos una serie de artículos relacionados con una de las tecnologías que más progresión tendrá en un futuro próximo, y que no es otra que la de las redes de sensores.
Las redes de sensores inalámbricos surgen de la fusión entre el deseo de flexibilidad por parte del ser humano y el interés de controlar todo lo que se mueve a su alrededor. La flexibilidad implica prescindir de un medio de transmisión físico y adaptar el hardware del sistema a las necesidades tanto de la aplicación como del entorno a monitorizar. Gracias a esta característica es posible desarrollar aplicaciones inimaginables con la tecnología cableada.
Además de los sistemas anti-intrusión, las redes de sensores tienen gran cantidad de aplicaciones en la vida diaria del ser humano. Existen múltiples magnitudes susceptibles de ser medidas por estas redes tales como la temperatura, humedad, movimiento, luminosidad, velocidad o presión, entre otras, lo cual origina esta diversidad de aplicaciones. Algunos ejemplos que pueden citarse son la monitorización ambiental, los controles médicos, los edificios inteligentes o las aplicaciones militares.
Hoy nos vamos a centrar en los sistemas anti-intrusión, campo que en los últimos años ha tenido un crecimiento exponencial.
Sistemas anti-intrusión
Los sistemas anti-intrusión son elementos básicos en los sistemas electrónicos de seguridad cuya función es vigilar un área determinada y transmitir, en el momento que detectan una situación de peligro, al equipo de seguridad y control una señal para que este genere la alarma correspondiente y envíe un aviso a la Central receptora de Alarmas.
En general, un sistema de seguridad anti-intrusión ideal debe detectar y gestionar con la mayor rapidez posible la entrada de un intruso, ser fácil de utilizar, de apariencia discreta y poco impacto visual y estético, y capaz de proporcionar al usuario final una tranquilidad absoluta.
Un elemento imprescindible en este tipo de sistemas son los detectores. Se trata de dispositivos encargados de informar al nodo central sobre los cambios de estado producidos en los lugares protegidos.
Los sistemas de seguridad anti-intrusión dependen en gran medida del tamaño de la instalación y de las funciones que deben cumplir y en base a ello, los detectores se pueden clasificar según el área de cobertura en:
- Puntuales. Controlan un punto determinado. (Por ejemplo: contacto magnético para apertura de puerta).
- Lineales. Protegen una línea de puntos. (Ejemplo: rayos infrarrojos en pasillo).
- Superficiales. Protegen una superficie de dimensiones considerables. (Por ejemplo: sensores de vibración, piezoeléctricos, sísmicos, microfónicos para cristales y ventanas).
- Volumétricos. Protegen un área. (Es el caso de sensores de infrarrojos, microondas, ultrasonidos, mixtos para monitoreo de habitaciones).
Todos estos detectores se conectan y comunican con una central encargada de actuar sobre dispositivos actuadores (alarmas, barreras paso, bloqueo de puertas, etc.) autorizar o proteger una zona en función de las señales de estado recibidas de estos dispositivos e interpretar los datos para detectar una intrusión, el sabotaje del propio sistema o del robo de cualquier objeto conectado al sistema a través de los sensores.
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