Hoy, desde esta tribuna, comenzamos una serie de artículos relacionados con una de las tecnologías que más progresión tendrá en un futuro próximo, y que no es otra que la de las redes de sensores.
Las redes de sensores inalámbricos surgen de la fusión entre el deseo de flexibilidad por parte del ser humano y el interés de controlar todo lo que se mueve a su alrededor. La flexibilidad implica prescindir de un medio de transmisión físico y adaptar el hardware del sistema a las necesidades tanto de la aplicación como del entorno a monitorizar. Gracias a esta característica es posible desarrollar aplicaciones inimaginables con la tecnología cableada.
Además de los sistemas anti-intrusión, las redes de sensores tienen gran cantidad de aplicaciones en la vida diaria del ser humano. Existen múltiples magnitudes susceptibles de ser medidas por estas redes tales como la temperatura, humedad, movimiento, luminosidad, velocidad o presión, entre otras, lo cual origina esta diversidad de aplicaciones. Algunos ejemplos que pueden citarse son la monitorización ambiental, los controles médicos, los edificios inteligentes o las aplicaciones militares.